Por Vicente Valero

Presentar una nueva fotografía de Walter Benjamin en Ibiza, inédita hasta hoy mismo, es sobre todo un placer que debemos a una de esas casualidades que el propio filósofo alemán no hubiera considerado, por supuesto, como tal: más bien habría dicho que se trataba de otra necesaria confluencia en el camino, una conjunción más en la tupida red donde descansan las cosas. El caso es que acaban de cumplirse 80 años de su primera visita a la isla –llegó por primera vez el 19 de abril de 1932– y ha aparecido esta fotografía, que es, además, la primera que se descubre en Eivissa, es decir, en un archivo privado local.
Son ahora seis las fotografías que muestran la presencia del filósofo en la isla, lo que lo convierten, para empezar, en el más fotografiado –a excepción de Raoul Hausmann– de todos aquellos escritores y artistas que pasaron por Eivissa en los años treinta. No disponemos, por ejemplo, de ninguna imagen de Albert Camus ni de Jacques Prévert ni de Wols, solamente una de Drieu La Rochelle, dos o tres de Esteban Vicente… Puede, sin embargo, que algún día aparezcan también, como ha aparecido esta de ahora. Por lo demás, en otro artículo ya me referí una vez al hecho verdaderamente extraordinario de que se hayan conservado tantas fotografías de Benjamin –no solo de sus estancias en Ibiza–, en justa correspondencia, quizás, con el interés que demostró siempre en sus escritos por el arte de fotografiar. La serie de fotografías que Gisèle Freund –a quien conoció en Ibiza, por cierto, en 1933– tomó del filósofo en la Biblioteca Nacional de París a finales de los años treinta confirma el magnetismo que su figura provocaba en una época en la que, en realidad, era casi un desconocido.
En cinco de estas seis fotografías ibicencas conservadas, Benjamin aparece acompañado. Recordemos aquella –una de las más célebres– en la que el filósofo está en una pequeña barca de pesca. Lo acompañan en la navegación Jean Selz, Paul-René Gauguin y –según pude identificar gracias a su hija Maria Varó, que todavía se acordaba, por cierto, de Benjamin– el pescador Tomás Varó ‘Frasquito’. En otra imagen aparece con el matrimonio Jean y Guyet Selz, en la casa de estos, a la que llamaban ‘La casita’. En otra, con Jean Selz y Felix Noegeerath, seguramente en la misma casa que la anterior. Estas tres son de San Antonio. Después está aquella en la que aparece en el puerto, rodeado de gente, a punto (parece) de subir a un barco. Finalmente, la familia Selz dio a conocer hace pocos años una fotografía en la que Benjamin se encuentra en la terraza del bar Migjorn, en el puerto, en compañía de Guy Selz –propietario del bar y hermano de Jean–, y dos personas más: al parecer la compañera de Guy y otra mujer desconocida. Esta fotografía está vinculada con la nueva –se trata del mismo escenario–, pero ha sido, además, decisiva para su descubrimiento.

Historia de un hallazgo
Fue precisamente cuando, hace poco más de un mes, durante una conferencia en la sala de cultura de Sa Nostra, mostré la fotografía de la terraza del Migjorn, que una de las personas allí presentes asoció inmediatamente aquella imagen con otra que formaba parte de su archivo personal. Esta persona es Luis Llobet Tur, que en un principio creyó que se trataba de la misma foto pero cortada. Después ya pudimos ver que eran dos fotos diferentes, aunque ambas tomadas en el mismo lugar. (Incluso no son tampoco del mismo día: la corbata de Benjamin es diferente).
La razón por la cual Luis Llobet posee esta fotografía es la siguiente: en ella aparece también su tío –a la derecha de la imagen–, el pintor Mariano Tur de Montis, muy sonriente, acompañado de una mujer que no conocemos. Era ya entonces –y lo sería después también en los años 50 y 60- amigo de los Selz. Benjamin está situado a la izquierda de la imagen –de nuevo aquí, como en la otra, con el cabello menos despeinado que lo habitual en él–. En esta ocasión lo acompaña el matrimonio formado por Jean Selz y Guyet. También aparece el camarero ibicenco, que al parecer se llamaba Toni. Probablemente esta fotografía la tomó Guy Selz, el propietario del bar.
Fue él también quien se la regaló al por entonces joven pintor Mariano Tur de Montis, quien, como puede verse, compartió mesa y fotografía, al menos aquel día de verano de 1933, con el filósofo berlinés.